El gusano de la nariz del corzo: origen, síntomas y prevención
Artículo escrito por Nicolás Urbani y publicado en el número de junio del suplemento especial 'Caza en Aragón'.

El gusano de la nariz del corzo: así es como comúnmente denominan los cazadores a la miasis cavitaria producida por las larvas de Cephenemyia stimulator. De dos años a esta parte, el servicio de asesoría técnica de la Federación Aragonesa de Caza (FARCAZA) ha recibido varias comunicaciones de sospechas de estas parasitaciones en corzos abatidos en Aragón, especialmente en la zona de la serranía del Moncayo. Como documento de referencia sobre esta ecopatología es necesario destacar la publicación de la biblioteca Mutuasport de la cefenemiosis del corzo coordinada por Luis Eusebio Fidalgo y Ana López, de la que extraemos gran parte del contenido de este artículo.
Esta parasitación se ha diagnosticado prácticamente en todos los países europeos en los que se caza el corzo. En España, se describió por primera vez en 2001 en Ciudad Real, alcanzando la mayor incidencia en Galicia, Asturias y provincia de León.
La principal miasis que actualmente afecta a los corzos es la cefenemiosis ocasionada por la presencia de larvas en cavidad nasal y faríngea de esta mosca similar a un abejorro.
La patogenía incluye las molestias y el estrés que generan estas moscas a los corzos para realizar la deposición de los huevos, y por otro lado, la presencia de larvas en cavidad nasofaríngea que pueden ocasionar síntomas clínicos como la inflamación de las vías respiratorias altas; repercusiones sistémicas como alteraciones del comportamiento, cierto adelgazamiento, merma de la capacidad olfativa, predisposición a padecer patologías concomitantes; y de forma más excepcional migraciones de las larvas a estructuras anatómicas no habituales como el cerebro, pulmón...

La gravedad de los mismos depende del número y tamaño de las larvas, así como de la actividad física del ejemplar. Los principales factores de riesgo que recoge la bibliografía científica son la edad, afectando algo más a jóvenes; el sexo, con mayor prevalencia en machos; el estado inmunitario deficiente, asociado en ocasiones a una mala alimentación; y el comportamiento territorial, pues la época de celo coincidente con la de mayor actividad de la mosca supone un gran desgaste físico y se asocia a una mayor afección.
De forma complementaria se citan factores extrínsecos como el hábitat, siendo más propensos los individuos que habitan zonas boscosas; las condiciones climáticas, como condicionante vectorial a la viabilidad y desplazamiento de la mosca; y la densidad de población de corzos, ya que a mayor hacinamiento más riesgo de transmisión.
El tratamiento de elección sería la administración vía oral, subcutánea o en spot-on de ivermectina; pero como en otras patologías parasitarias de la fauna silvestre, como la sarna de la cabrá montés, el problema es la aplicación eficaz del producto a una población no manejada. Por ejemplo en ovino este tipo de miasis nasales se llegan a controlar desparasitando una o dos veces al año todos los individuos del rebaño afectado.
Medidas de prevención que pueden tomar los cazadores
Como sistema de prevención ante el gusano de la nariz del corzo, algunos gestores cinegéticos sugieren el uso de piedras minerales compuestas también por ciertos productos naturales como el ajo, que puedan tener cierto efecto repelente a las moscas por parte de los corzos que lo consuman, y favorezcan la inmunidad de estos pequeños cérvidos. Bien es cierto que no se tiene constancia de su eficacia a nivel científico. Por otro lado, sí que es importante para prevenir la dispersión geográfica de la enfermedad el control de trofeos que se transporten en fresco, ya que podemos mover larvas con ellos.Se han de emplear bolsas o contenedores de cierre hermético y congelar o cocer la cabeza para eliminar estos parásitos.
Por último, si un corzo parasitado por Cephenemyia stimulator es apto para consumo humano o no, dependería del grado de parasitación y de la gravedad de los síntomas clínicos desarrollados (delgadez, lesiones respiratorias, presencia de otras patologías concomitantes…).
En caso de que la valoración de estas lesiones le genere dudas al cazador que quiera aprovechar la pieza para autoconsumo, el técnico veterinario que suscribe recomendaría desecharlo.